Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.
Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.
Y...
Ojalá sirviera al menos de consuelo a otro ser como yo, a otro de los tantos que se desprecian pero que no por ello cambian.
Me parezco a mi padre, tengo la tendencia a hablar como si entendiera, como aleccionando, rápido y en tono alto. Desagradable.
Busco permanentemente resultar inteligente, ser vista como inteligente, lúcida, conocedora. Pero no logro guardar en mi cerebro información relevante alguna. Y tampoco razono de manera lúcida.
Soy como muchos. Además soy mujer. Y porteña. Y llegando a los cuarenta.
Debería escribir y escribir hasta liberarme de toda intención de grandilocuencia. Pero cuando escribo quiero que mis pensamientos rimen, que tengan buena métrica.
Hoy hablé, según yo, sabiamente y me dijeron que había hecho un papelón, hablado de modo obvio sin fundamentos ni conocimiento. Casi muero de vergüenza.
Y empecé con esto.
Odio tener que asumir que no dejaré, que no dejo, huella. No soy notoria en modo alguno. Ojo, claro, eso de hablar rápido y como si entendiera lo hago pocas veces. Me siento segura y orgullosa de mí cuando lo hago, pero ahora advierto que es un mero deseo mayor que otras veces de dejar de ser nadie. (¿es más debilidad que nunca?) Y también creo que, oh horror, puede ser que muchas veces haya dicho pavadas, cosas sin sentido, sin fundamento o poco claras.¡Y lo único que me espanta ahora es pensar que otros lo advirtieran !!, que por dentro se rieran de mí..!! Con razón la gente no me llama para pedirme consejos. Por un lado no se acuerdan de mi existencia y por otro no consideran que mis razonamientos o mis conceptos sean claros o útiles.
Yo que quería poner mi cerebro a su servicio...
Y lo peor es que mi reacción es de vergüenza!!. Es esa vergüenza la que me hizo pensar –creo que con razón- que el fundamento de la mayoría de mis reacciones es simplemente tratar de ser advertida.
¿Cuánta gente habrá como yo? No creo haber logrado ser única. Creo que muchos sufren su propia nimiedad y son a la vez tan auténticamente poco que no salen ni buscan salir de allí. No buscan -yo no busco- ser más. Busco ser considerada más. Ser considerada algo.
Tengo un blog y es idéntico al de miles. Quería que publicaran lo que ahí escribo y ser famosa (ahora quiero que publiquen esto y ser famosa) pero no logro expreserme más allá del autodesprecio. De la autocrítica destructiva que no lleva siquiera al suicidio, porque me da miedo.
Sé que somos millones –realmente- los seres humanos que no dejamos huella, que no somos de utilidad alguna, no para la humanidad sino siquiera para algunos de los que nos rodean. (y no hablo de utilidad en términos materiales...no, no, digo que no somos necesitados, no somos buscados, no somos deseados, no somos extrañados...esa utilidad es de la que carecemos. no somos un bien para nadie...aunque tampoco seamos un mal...)
Estoy segura de que si yo repentinamente desapareciera –más allá del dolor circunstancial de algunas personas- nada cambiaría en el circuito en el que me muevo. Nada sería peor ni mejor por mi inexistencia. Nadie estaría mejor ni peor por mi ausencia.
Es terrible pero real. Soy sólo uno de muchos, de demasiados. Es desagradable. Duele.
QUIERO SER ALGUIEN ¡!!!! Demando una personalidad interesante ya!!!! Exijo respuesta!!!
Esto no puede ser así. Es injusto que haya sólo un porcentual muy menor de seres pensantes, de seres visibles. Y pero aún que a mí no me haya tocado ser de los elegidos (en ese caso no me importaría que seamos pocos los grandes como nosotros, claro. En ese caso, a la m.. con la equidad...).
Es injusto no ser visto. ¡yo estoy acá! ¡yo soy alguien!
Pero no hay caso. No soy.
Y no es a causa de abusos infantiles. No es por traumas de la infancia. No, eso no pasó. Especulé con eso un tiempo y realmente me sentí mejor. Creí, fantaseé que resuelto el trauma sería alguien. O, en el peor de los casos, tendría una explicación que justifique ser una pobre tontita.
Pero la mentira tiene patas cortas. No pude mantener la creencia, la duda, el temor del abuso sexual. Me resulta obvio que no sucedió. Al menos no conmigo. No fue a mí a quién tocaron. Uh!! Estoy generando un nuevo sufrimiento, una nueva excusa para ser así: no abusaron de mí...
Soy “el señor sombrero”: mi papá no me eligió para tocar. No me dio bola a mí sino a otro/a, y esa es la causa de sentirme permanentemente ignorada e ignorable. Porque lo fui de niña. No abusaste sexualmente de mí. Mal padre!!!!
Pero no hay que abusarse de los abusadores. No hay que usarlos de excusa para todo. Puede ser real lo que estoy escribiendo, pero aún así no justifica seguir siendo ignorable.
Eso, a esta altura de mi vida, es exclusivamente mi responsabilidad.
Ese es todo el tema.
También soy como el personaje de “el perfume”, que pasa inadvertido…. No, no soy como él porque él hace de todo para ser. Y yo hago sólo para ser vista, bueno él también, para ser olido, y cuando lo logra vuelve a su lugar de origen para ser reconocido y amado allí...
Como sea, uno no puede pasarse la vida deseando ser y no siendo.
Lo que pasa es que la comprobación permanente de la realidad, la “imagen” permanente que refleja de mí el espejo de la vida cotidiana es muy desmoralizadora. No logro guardar información relevante, no logro considerar relevante información que lo es. No me interesa, no me es útil, ya sé, y por eso no se me guarda. No logro razonar de manera “razonable”. Me falla la máquina.
Me resulto un papelón permanente. Recuerdo mis momentos de grandilocuencia, de gran seriedad, de expresada confiabilidad, de prócer, y me da una terrible vergüenza. Sólo espero que los que en cada oportunidad presenciaron mis arrebatos de “inteligencia” los hayan olvidado como olvidaron lo demás de mí.
No se cómo llenar el vacío. Sobre todo porque generé espacios demasiado grandes para mi capacidad de llenado. Me presento como un ser sólido. Aún sin mis discursos, aún en oportunidades de vida cotidiana actúo como una persona seria y sensata. En parte porque creo que lo soy, y en parte porque estoy acostumbrada a presentarme así. Me visto me peino y actúo como alguien que no soy. Y si ahora digo ok, empecemos de cero, tengo que dar muchas explicaciones. Por eso me quiero ir al tibet. Para pensar y también para poder volver y ser otra. Menos superficial. Más de verdad, aunque signifique ser menos.
Nunca advertí hasta qué punto mi deseo de ser vista afectó mi vida. Es algo que siempre tuve presente pero no me dí cuenta de que afectaba todos mis actos, todas mis reacciones.
Ahora, hoy, últimamente, reacciono muy negativamente a todo lo bueno que otros son y no yo, a todo lo criticable de la argentina, de las mujeres, de montones de personas, porque es criticable en mí, y entonces intento defender lo indefendible o sólo me pongo de un obvio mal humor, y reacciono también a todas las buenas ideas que yo no tuve. Cuanto más simples y cotidianas son peor es para mí. Más desagrado me generan. Yo acepto sin problemas no tener ideas acerca de cómo curar el sida, pero no no tener siquiera buenas propuestas acerca de cómo optimizar mi trabajo. No sólo odio que mis ideas sean no particularmente útiles. Reacciono muy desagradablemente a las buenas ideas de los demás, aún cuando no sean votadas.
Me he convertido en un ser desagradable. No despreciable sólo por mí con causa en no haber sido apreciada por mi padre como buena para ser abusada, no nada de eso. Mis reacciones actuales, mi sentir es objetiva y universalmente despreciable.
Tengo que decirlo rápido, antes de que me lo digan. Por lo menos yo lo verbalicé (o tipeé) antes, aunque seguro que si yo ya llegué a esta conclusión es porque otro ya llegó antes y sólo no me lo dijo.
Es así. Lo sé.
¿Cómo se sale de acá?
¿Cómo se aprecia ser un mediocre estúpido?
Supongo que no hay que apreciarlo nunca, sino simplemente dejar de serlo. Se aprecia lo bueno de los demás, sin envidia, sin odio. Y se intenta igualarlo –o superarlo- por medios auténticos.
Y si, como en mi caso, ya sabés de antemano que la cabeza no te da y no te va a dar para igualarlo, se reconoce la realidad y se la aprecia como tal.
No está mal ser un ser que conoce sus propias limitaciones y que trata de ser y hacer todo siempre de la mejor manera, aún sabiendo que no logrará mucho.
Tiene que haber algo positivo en la buena intención. En el reconocimiento de los propios límites. Pero no para quedarse en ellos sino para intentar siempre auténticamente superarlos.
Eso parece todo. Conocerse y esforzarse aunque parezca que no tiene sentido. No darse por vencido. No quedar derrotado y después, ante la necesidad de ser visto, actuar. NOOO. Nunca más. Ojalá esto me sirva de algo. No lo sé, porque otras veces antes tuve pequeños momentos de alguna lucidez, como ahora, pero al día siguiente la rueda me llevó a seguir actuando. Siento que el mundo social y laboral en el que me muevo me exige y yo respondo de la única manera en que sé hacerlo. No sé cómo despertar una mañana y ser otra en público. Me visto como siempre, hablo como siempre y actúo como siempre y de repente advierto que estoy actuando, que estoy en una ópera –opereta?- que se repite y no sé cómo ser auténtica. No me da la personalidad para ser auténticamente tonta de un día para el otro. Tengo que ser la doctora. Me gusta. Me da seguridad.
Sé que si me encontrara fuera del pequeño circuito en que me muevo tendría la oportunidad de cambiar (ya sin la excusa de que no sé cómo hacerlo ante gente que me conoce de antes) pero presumo (con un 99% de probabilidad) que rápidamente empezaría a actuar del modo que me resulta natural, porque siendo yo se me vería incluso menos que ahora y no podría soportarlo.. casi no puedo ahora… ¿qué sería de mi siendo simplemente yo? Nada. Y ni siquiera podría expresar que sé que soy nada y sentirme socrática… porque eso lo hago cuando actúo y digo cosas que hacen presumir que hay conocimiento oculto detrás de esas frases…
No. Aún empezando de nuevo, con extraños, sería como soy.
El lugar y la gente nunca pueden ser la excusa. Nunca la culpa la tienen los otros. Es así. No es de mi papá, ni siquiera de mi mamá. No es de los curas ni de la sociedad. Es mi responsabilidad ser como soy. Yo elegí y fui creando mi persona. Es cierto que desde muy chica, desde que tengo memoria, pasaba desapercibida. Pero pude haber reaccionado siendo algo auténtico en vez de actuando.. No puedo culpar a nadie de lo que soy o no soy.
Y es claro que actuar no me lleva a lugares satisfactorios. Eso funciona sólo de modo transitorio. Pero al final todo se desmorona y ahí es donde me encuentro ahora. Mi vida se desmorona a pasos acelerados porque todo lo que construí, que es muy poco, carece de fundamentos profundos. Sólo se funda en desear ser. No es un mal deseo, pero no puede ser el único. Debe ser la base de otros. Y en mi caso es el único. Es la guía de mis actos. Es mi única meta en la vida. No. Me corrijo. Mi deseo no es ser. Mi meta no es ser, sino ser considerada como alguien que es. No me importa el contenido, me importa la aprobación de los que me rodean… Patético pero real.
Quiero ser consultada sin importarme si mis respuestas son válidas. Por eso actúo como si lo fueran. Pero la gente es más inteligente que yo y advierte que algo falla. Por eso nadie me llama. Por eso nadie me consulta. Porque hablo al pedo.
Pensé que tenía que ir a mi psicólogo para asumir que soy mediocre y me espanté. Dije que prefería la esquizofrenia de creerme alguien. Y como resultó simpático (y antipático ser una señora más de barrio norte) ahí quedó. Pero sí tengo que admitir, reconocer en la sangre, que soy mediocre, que soy una más del montón ese que desprecio. Y después tengo que intentar dejar de serlo, toda la vida, aunque nunca lo logre. Sin actuar que no lo soy. No actuar más. Admitir la verdad. Y humildemente partir desde ahí.
Yo pretendía partir de decir “sólo se que no se nada”, de despreciarme, pero en eso me enorgullecía. Apreciaba mi despreciarme, lo veía distintivo de las otras señoras que creía se apreciaban pero yo sabía tontas. Y lo sigo viendo así, debo admitirlo. Pero tengo que empezar desde más abajo aún. Desde las señoras de barrio norte, con razonamientos chiquitos e irrisorios. Porque eso soy, me guste o no.
Me humilla profundamente. Me avergüenza. Y me avergüenza que otros lo advirtieran antes y vieran mis patéticos actos de “grandeza” y “suficiencia”.
Ahora pienso en mi blog, que hasta hace instantes me enorgullecía y también me averguenza. Es evidente que me critico permanentemente pero que lo hago en un lenguaje que pretende ser atractivo y propio de una persona inteligente. El tono y las palabras son de una humildad y autodesprecio pedantes.
Me creo mil. Me creo uno de pocos que advierte su pequeñez. Sócrates y yo somos uno.
Quiero que se publiquen mis escritos y que la gente se sienta a gusto leyéndome. Que quiera más de mí. Que reclame más de mí.
Ahora, en este acto, honestamente, sigo queriendo lo mismo.
Pero no hay nada para dar.
Por eso actúo permanentemente. Por eso odio la crítica. Porque nunca puede ser constructiva. Nunca puedo ver y evolucionar a partir de ahí porque no hay con qué hacerlo. No tengo contenido valorable.
Ojo, que quede claro. No es que estoy totalmente vacía –un poco sí-. El extremo ya parecería patológico y puedo volver a caer en que es causa de traumas infantiles. No no estoy vacía, estoy llena de cosas inútiles. No es que mi cerebro no se mueve. No, permantentemente cuenta por ejemplo, pero sólo hasta cuatro o cinco y vuelve a empezar. O repite hasta el susto una pequeña frase cualquiera (ni siquiera una conversación, que es algo más normal). O piensa y analiza, pero sólo en cómo tiene el pelo hoy, aunque no le interese hacer algo por mejorarlo y finalizar el análisis. No, procesa datos banales y no produce siquiera resultado alguno al respecto.
Me resulta increíble hasta la admiración cómo no puedo registrar en mi memoria datos de relevancia. Cómo puedo olvidar lo que necesito indudablemente recordar.
Agendo y olvido verificar lo anotado. Digo sí y olvido al instante… Me asusta. Soy nula. Da miedo. Da desconfianza.
Y arruina mis actuaciones. Me hago la grande y me olvido de la mitad de las líneas… Seguro que es obvio que actúo. Y yo no me daba cuenta…
Se me está desmoronando todo. Se cayó todo (y no hablo de mi físico, aunque también se cayó). Las estructuras que armé no se sostienen. Tengo que volver a armar algo conociendo las herramientas con las que cuento. No me va a salir lindo. Pero va a ser de verdad. Ojalá lo lograra. La frase me gustó, pero ¿qué será de mí mañana?
Seguramente intentaré seguir actuando. No. Lo sé. Voy a seguir actuando. Porque es la única que me queda. Ser yo de verdad es un garrón, me muero de aburrimiento. No me soportaría. No quiero ser yo. Corrijo, quedó demasiado lindo: no quiero admitir que soy una señora más de barrio norte. Odio eso. Y me da mal humor. Y me está haciendo ser desagradable.
Una bruja. Una bruja más. Puaj
Salir
Un día soñé que estaba por morir –o recién muerta, no estaba claro- y el encargado de darme sepultura se negó a hacerlo porque dijo que así no podía, que yo no tenía identidad y que él tenía que poder saber quién era yo. Me ordenó volver a la vida para buscar mi identidad.
¿Inspirador no?.
Pero a mí (más que asombro por mi propia genialidad en soñar eso), no me generó reacción alguna. No me movió a nada. Y seguí inmóvil por unos cuantos siglos más.
Ahora deseo exhibir mis incongruencias y recibir críticas –o crudísimos, despreciativos silencios- que no vengan de mí.
Mis críticas son elogios. Quién se ocuparía tanto de cuestionar a alguien que no merece su atención??
Mi mayor temor es al desprecio ajeno. El mío es para mí una caricia, que no me prepara en absoluto para el de otros.
Alguna vez –muchas en realidad-, dije que me critico para anticiparme a la observación objetiva –necesariamente negativa, doy por sentado- de otros. Pero no es cierto. Mi autocrítica permanente es una especie de comportamiento obsesivo compulsivo, necesariamente adictivo y por ende generador de un mínimo nivel de placer, consistente en mi caso en la familiaridad que siento al estar allí.
Para qué?
Sí, me genera placer, pero no parece fundamento suficiente... O quizá lo sea...
No puedo evitarlo. Soy, aunque soy nadie. Y gozo. Es un contrasentido.
Odio mi vida y soy capaz de estar circunstancialmente exultante en ella. No lo entiendo.
Tinieblas
Odio mi yo.
Odio mi odiarme. Lo repudio. Lo conozco. Es mi home. Es mi yo. Algo me aprecio. Algo me gusto. En mi confución me encuentro.
El Psiquiatra
No le creo.
Espejo
No es mucho para alguien que quiere escribir la historia de su vida... Menos para una persona como yo que siempre fantaseó –vagamente, sí- con ser alguien especial, alguien único. Pero era una especialidad vacía de contenido especial. Quizá sea por eso que ahora, con una parte importante de mi libro con sus hojas ya inutilizadas –vacías pero “ireescribibles”- todavía no tengo contenido, todavía busco ser cualquier tipo de "alguien" que signifique ser "algo especial".
Ya no tengo edad para ser infantil, ya es un papelón, ya es una vida sin sentido...
Cuando era un infante, casi bebé, creo, yo creía en mí. Yo podía.
Pero ahora ya no puedo. Ahora ya no soy.
Algo cambió y me convertí en este ser que no hace sino aburrir a los demás, agobiar ….
Si nadie me mirara o me hablara, yo simplemente no existiría, no hay nada en mí que me indique que existo realmente. No hay nada que sea “yo”, nada que me defina…, porque este sufrir por la propia condición ya lo hizo hace tiempo Grouchho Marx. Y lo recicló/adaptó genialmente Woody Allen. Que yo lo repita, sobre todo de este modo tan vacuo en que lo hago, no es original, no es único, no posee identidad..
Me patina el cerebro…, y nada atractivo –ni siquiera bufonéscamente divertido-sale de mí. Nada nuevo. Nada claro. Nada que yo miraría.
Y NN sigue dando vueltas, soñando con encontrar un ser para ser sido.
Realmente es muy difícil esto de escribir sin identificar mi sexo de pertenencia formal.
El de mi preferencia todavía no se cuál es... A veces soy mujer, otras hombre, otras mujer pero lesbiana, otras hombre pero gay. Depende básicamente de mi estado anímico. En un porcentual importante –lamentablemente-, soy mujer (judía pobre normalmente, o señora de barrio paquete), es cuando me odio y eso pasa cuando soy mujer -hétero, claro- cuando tengo pensamiento positivo, fuerte y claro soy hombre -hétero si, claro- cuando tengo espíritu de venganza soy hombre y violo con fuerza a los débiles (con preferencia hombres, creo, pero pueden ser mujeres ¿me es indistinto?). Cuando quiero re-?vivir situaciones de sometimiento soy sodomizado hasta la muerte. Ahí reside mi mayor placer. Ahí está mi descontrol. Ahí es donde menos quiero ir, temo desear ir.
Y cuando quiero vivir horas de placer opiáceo soy lesbiana. Me encanta, me hace gozar, aunque no morir. Sólo muero siendo sodomizado, y puede que alguna vez muera violando o matando…
Sí, ese ser soy yo … en mis vidas paralelas que no son..
Esa es mi vida, un gran montón de nada, de divagar sin concretar, sin siquiera decidir algo a ser concretado o, en el peor de los casos, abandonado. Yo no abandono nada porque no decido nada. No traiciono porque no prometo. No rompo reglas porque no las suscribo.
Y todo eso por mi rechazo pseudofóbico al encasillamento, a ser una sola cosa y que eso impida, o dificulte, ser otras. ¿O mi indecisión me hace creer que rechazo...?
Sé que no es por eso de “el que mucho abarca…”, yo no abarqué…, me quedé parada ante mis indecisiones y sigo allí, parada, esperando.
Finalmente, indudablemente, moriré.
Y no habré sido.
Con pretensión editorial
I´m the great pretender
Pretendo y simulo.
Pretendo lo imposible
Pretendo gustar
Pensé hace tiempo en escribir la historia de mi vida.
Pensé la primera frase: "Doy por sentado que nací, aunque no recuerdo el suceso".
Pensé que era genial y no pude pensar más.
Pensé y pensé y recordé la nada que soy.
Pensé seguir mi gran novela autobiográfica [un best seller] así: "Después mis padres me asignaron un Nombre y el Estado, un Número, y como tal (NN paradójicamente) es que este ínfimo cúmulo de materia que soy, transitó -primordialmente en círculos- este planeta tierra.
Finalmente, doy por sentado, moriré."
Pensé: No está tan mal, no es lo mismo pero tiene su gracia. Y su verdad.
Y el pensamiento se convirtió en llanto.
Y el llanto me recompuso.
Y volví a pensar, pensar.
Y me dije, pensando: Decir eso de mí resultaría a la vez patético y veraz.
Y. Me gusta lo trágico.
Mi vida es una lágrima en la que me regodeo.
Ese es el nudo de mi historia. Nudo narrativo y nudo que impide llegar lejos.
Final
Finale
TodavíaHoyEspero EncontrarmeNosiendoDesechable
(aunque ya no espero ser valorable)
ESCRITOS ESCRITOS HACE SIGLOS, CUANDO LA DESESPERANZA CONSERVABA ESPERANZAS.
Sábado, 2 de marzo de 2001
Soy un alma solitaria que encontró el amor. Aún siendo profundamente romántica, nunca pensé que la vida pudiera vivirse realmente “de a dos”. Sin embargo desde que lo conocí deseo que eso sea cierto. Por momentos me convencí de que lo era, ya que la unión –creía yo- era plena, así como el amor que sentíamos.
Ahora me encuentro con que esa unión no era total y que quizá nunca podrá ser perfecta porque yo deseo cosas más allá de él.
Y ese no es su concepto de amor perfecto, en el que tantas veces creíamos que estábamos y que otras tantas creíamos factible entre nosotros, cuando yo completara mi evolución.
El amor perfecto es amor total. El amor total involucra:1. la totalidad de las dos personas y 2. nada más que a esas dos personas. Y allí –en ese punto 2.- es donde yo no encajo.
Mi concepto de amor, si bien nunca había elaborado uno de amor perfecto –que creía imposible- era la plena unión de las almas, con la mezcla de los cuerpos. Dos almas que se miran y se reconocen la una a la otra, y desean permanecer profundamente unidas de allí en más, aún después de la muerte si ello fuera posible. Y que lo mismo le pasara a los cuerpos –ese único medio verdadero de expresión -. Se ven, se reconocen y también desean la unión para siempre.
Yo encontré ese alma, habitante de ese cuerpo, a quien deseo unirme para toda la vida y toda la eternidad.
Pero hay en mí pulsiones que exceden a ese cuerpo, aunque no a ese alma. Y allí está nuestra ruptura.
Mi amor hacia él, empero, creció con el reconocimiento de la verdadera dimensión de mi persona.
El lo sabe, y a la vez ambos sabemos que esto no tiene nada que ver con su sueño de perfección, que fue por tanto tiempo nuestro sueño. Pero ¿era también mi sueño porque quien lo soñaba no era la totalidad de mi persona?. Hoy, pese a las certezas encontradas, me resisto a abandonarlo. Me encuentro sentada –y no parada, porque estoy inmovilizada y profundamente cansada- al umbral de algo que no sé como definir.
Pero algo es cierto. Si esto coincidiera con el deseo profundo del hombre que amo sería feliz, y comenzaríamos a caminar la vida. A construir para dos. Dos que no sólo se aman plenamente sino que desean exactamente lo mismo en absoluta coincidencia de todos los planos.
Pero, y lo reitero –en mi necesidad de concientización -, eso no es así. Yo todavía deseo cosas ajenas a él. Y él, ese ser tan profundamente amado ¿qué hace?. Me las ofrece, junto con su amor. Sólo que sus ojos ya no brillan porque perdió la ilusión. Y si mi amado no brilla a mí se me apagan las luces de ese universo que me ofrece.
El mundo sería perfecto si los dos estuviéramos parados en el mismo lugar, si brilláramos a la misma intensidad estando parados en el mismo lugar.
Pero no es así.
El me ofrece, matando del todo sus ilusiones heridas de muerte, pararse en el lugar en que yo estoy para lograr mi brillo.
Y yo debería aceptar ese obsequio haciendo pleno ejercicio de mi egoísmo y mi megalomanía.
Pero a qué rincón debo patear mi alma, que se parte por el sufrimiento del ser amado?.
He ahí mi inmovilidad. He ahí mi falta de luz actual.
Es cierto que peor sería su vida y su muerte sin haber visto esta realidad. Mucho peor. Por suerte la vimos. Sólo ahora podremos vivir realmente, pero: Queda vida por delante? Qué vida es esa en que uno debe limitarse a ciertos planos de su persona para no sufrir y otra limitarse a otros planos para que ese sufrimiento no la afecte?
Pero así y todo quiero vivir mi vida a su lado. No murió en mí la esperanza del amor total, del amor perfecto. Todavía creo que llegará un tiempo, que siento cercano, en que volaremos juntos sin desear yo mirar a los costados, por haber completado mi evolución. Que construiremos un nido y tendremos allí nuestras crías. Que miraremos atrás y recordaremos cada una de mis etapas hasta llegar al ave salvaje que soy. Al ave que es dueña entera de su vida y puede ya entregarla a quien desde un principio reconoció como su dueño. Ese es el amor verdadero y hacia allí volaré, incansablemente. Y si al final del camino eso ya no existe, porque ya no me acepta, me estampillaré contra esa realidad y moriré. No es ceguera ni obstinación, no es enfermedad sino cordura absoluta. Es la realidad más profunda de mi ser, que ya tiene hoy todos los elementos para concretar su desarrollo.
Por momentos creo que debería empezar a correr, a ejercitar aunque hoy me sienta tan cansada y opaca por la falta de coincidencia.
Desearía haber completado ya esa evolución, y estar volando con mi amado en la paz de los deseos compartidos y logrados, y en el brillo de las metas en común por lograr.
Cuán fuertemente creo que esa es una imagen de la realidad próxima!
Será porque, manteniéndose indemne mi amor hacia él, crecieron mis alas?
Miro hacia otros lados, es cierto, como un pichón que va a empezar a cazar después de haber escuchado tantas historias de caza. Pero que a la vez sabe o intuye cuál es la gloria absoluta que existe más allá de las novedades. Que sabe que el goce verdadero –ese en el que armonizan el cuerpo y el alma- está en la completitud y no en las etapas de desarrollo. Presiente de antemano las diferencias de sabor que tienen uno y otro y quiere llegar pronto al final, que cree, con toda su fuerza, con todo su corazón de pichón grande, que existe, es real, y está cercano.
Así me siento yo, pero no junto aún fuerzas para comenzar a volar, cuando veo a mi amado sufriendo por la convicción de la muerte. Quisiera gritarle que está equivocado, que no pierda las esperanzas. Pero cómo decirlo cuando tantas veces fue él el único que tenía la razón.
Igualmente le grito ESTÁS EQUIVOCADO. Entiendo que esto duele pero yo veo luz y no son alucinaciones inducidas por el deseo de que así sea. Ni por la necesidad de llamar amor perfecto a aquello que no lo es, para justificar nada. Nuestro sueño se va a hacer realidad. Te lo juro por la certeza de mi amor.
Domingo, 11 de marzo de 2001
Hablamos, hablamos mucho y seguimos sin movernos, sin certezas compartidas que nos movilicen.
Pensamos en sexo puro con otra mujer y luego en amor de a tres. Esta última posibilidad nos movilizó algo –más a mí que a él, que soy quien “rompió” la anterior “armonía”, incorporando a la mujer-, pero la evidente dificultad de concretarlo –aún en el caso de que fuera un sueño plenamente compartido por los dos-, y las frustraciones que su falta de concreción importaría, nos hizo seguir hablando.
Ahora, en estos monólogos que ya comienzo a apreciar, escribo lo que pensé segundos después de interrumpir mi comunicación con él.
Dejando de lado que mi sueño de plenitud de a dos con él sigue vivo, considerando la realidad de mi deseo por las mujeres y, dándole un nuevo giro a ese “amor de a tres” del que habláramos, digo: La perfección según yo, está en la unión total de nuestras almas y nuestros cuerpos intergrando ese “monstruo” que tantas veces fuimos, esa unidad de la que no deseo irme, ese ser él que me llevó a la gloria, y que en esa “monstruosidad” permanente integremos a una mujer. En la perfección según yo, ella debería amar y desear a ese monstruo, no a uno y a otro, sino a la unidad que conformamos. Y ser amada y deseada por ese él que somos nosotros dos.
En definitiva, mi sueño sigue siendo la mezcla inescindible de nuestras mentes nuestras almas y nuestros cuerpos, que se conocen se aman y se desean mutuamente. Y que dado el nuevo dato de la realidad –que desearía fuera totalmente compartido-, integran a una mujer no ya en un trío sino en un pseudo-trío, ya que dos de las partes visibles son en realidad una única persona.
El, de entre las tantas cosas que nos dijimos, había pensado en algo similar a la “santísima trinidad” de la religión católica, en que las tres partes son en realidad una sola. Yo lo acepté como posibilidad, pero hoy modifico el concepto.
El amor de a tres está muy bien, pero el de a dos es perfecto. Y yo lo amo a él. Sé que puedo amar a una mujer al mismo tiempo, pero también sé que jamás sentiré por nadie lo que siento por él, porque –y lo digo por primera vez- lo amo más que a mi misma, y a mí me amo grandemente. El amor de a tres en que los tres sienten lo mismo el uno por el otro es un imposible por mi parte.
Pero reconozco que mi amor -al menos históricamente- fue siempre menor que el suyo, y por ello –sabiendo de la frustración de su sueño de amor perfecto-estoy dispuesta a que él ame a la otra mujer tanto o más que a mí. Si, pese a eso, sigue permaneciendo en la unión conmigo, y es plenamente feliz, yo lo seré. Y si se separa de mí por haber encontrado con quien vivir ese amor perfecto que no logró conmigo, lloraré eternamente lágrimas de amor desencontrado y al mismo tiempo –cuando mi narcisismo no me lo impida- seré feliz por él, porque mi amado finalmente logró la plenitud que con tanta fuerza deseé poder brindarle.
Pero en mi egoísmo –siempre presente- deseo ser yo la persona con quien logre su plenitud. Esa a la que dice que ya no podemos llegar.
Busco y busco desesperada una manera de alcanzarla. Tiene que existir, me digo continuamente, el paraíso debe existir porque yo lo sentí, yo lo viví y fue real.
Por eso propongo esta nueva versión para nuestro paraíso. Una mezcla entre nuestro sueño y la realidad de mi ser. Nosotros dos, en unión absoluta de cuerpo y alma –en amor pleno-, y una mujer unida a “nosotros” por amor.
Si lo hace brillar, brillaré con él.
Y si no brilla, seguiré buscando.
Tomando consciencia
Un día soñé que estaba por morir –o recién muerta, no estaba claro- y el encargado de darme sepultura se negó a hacerlo porque dijo que así no podía, que yo no tenía identidad y que el tenía que poder saber quién era yo.
Me ordenó volver a la vida para buscar mi identidad.
¿Inspirador no?.
Pero a mí, más que asombro por mi propia genialidad en soñar eso, no me generó reacción alguna. No me movió a nada. Y seguí inmóvil por unos cuantos siglos más.
Ahora, creo, deseo exhibir mis incongruencias y recibir críticas –o crudísimos, despreciativos silencios- que no vengan de mí. Mis críticas son elogios. Quién se ocuparía tanto de cuestionar a alguien que no merece su atención??
Mi mayor temor es al desprecio ajeno. El mío es para mí una caricia, que no me prepara en absoluto para el de otros. Alguna vez –muchas en realidad-, dije que me critico para anticiparme a la observación objetiva –necesariamente negativa, doy por sentado- de otros. Pero no es cierto. Mi autocrítica permanente es una especie de comportamiento obsesivo compulsivo, necesariamente adictivo y por ende generador de un mínimo nivel de placer, consistente en mi caso en la familiaridad que siento al estar allí.
Ahora, creo, quiero salir.
Creo que voy a animarme a sentir el frío en la piel, el abandono.Creo que voy a animarme a gritar “acá estoy” y soportar el silencio por respuesta.
Después, si sigo viva, veré cómo continuar.
Era y es ¿Parálisis?
Como fenómeno de tipo psíquico, puede ser que así haya sucedido conmigo.
Yo tuve deseos, soñé que podía satisfacerlos, pero no pude llegar, y ahora padezco una parálisis de sueños y deseos.De chica soñaba ser corredora de maratones y ante la frustración de ese deseo concreto ahora no solo no corro sino que no puedo caminar. Es sólo una alegoría, aunque es cierto que quería irme y llegar lejos y ahora soy renga. Será casualidad??.Ahora que lo pienso, quizá mis recientemente adquiridos problemas para caminar tengan alguna vinculación con el no irme lejos. Quizá lo mío se generó para frenarme, ante el temor de perder toda posibilidad de contacto con el mundo hasta entonces conocido para mí, por irme con el amor de mi vida.Cuando pensé que iba a empezar a volar con él me caí y me quebré las alas.Y ahora ya no deseo volar ¿..?. Deseo hacerlo, pero ese deseo ya no me moviliza, parece más bien una masturbación mental que una meta.
Voto por la parálisis, estoy claramente en un proceso paralizante y si no reacciono me atrofiaré.Si el deseo se enciende cuando está próximo a satisfacerse, la parálisis se instala cuando está lejana la satisfacción.Para evitar el dolor de la frustración se pierde el deseo.
Vómito verde. No estoy permitiendo vivir la repugnancia del vómito verde, que viene unida a la crudeza de la realidad.Estoy optando por no frustrarme, por la comida sana y sin vómitos. Pero también sin pasiones.
La estaca mental que me detiene ha adquirido una fuerza tremenda. Como la pequeña estaca a la que –me dijeron- atan a los elefantes bebés cuando los capturan. Les resulta inamovible e intentarlo les genera dolor y frustración hasta que finalmente abandonan el intento y se quedan inmóviles atados a una estaca aunque –ante su desarrollo posterior- es totalmente inadecuada para detenerlos. Como a esa altura ya renunciaron, no se mueven.
Que yo no me muevo, no hay duda alguna.Pero, qué es esa estaca que me frena desde siempre??Hay realmente una estaca o es oligofrenia, unida a una importante esquizofrenia??
Quisiera ser hombre, por varias y fundadas razones, pero sin dejar de ser mujer. No, tampoco quiero ser hermafrodita. Quiero ser hombre sin dejar de ser yo, que soy mujer y amo a un hombre.Si yo fuera hombre tendría un cerebro de hombre –si, también un pene-, y podría pensar con coherencia, sin enredarme en detalles insignificantes como hacemos las mujeres. Tendría una mente más lógica y práctica, podría expresarme con claridad y comunicarme.
Comunicarse es la clave. Si yo lograra saber qué hay en mi cabeza con claridad y pudiera transmitirlo viviría en un mundo mejor. Y si los mensajes que me llegan no los leyera en términos de bueno o malo, sino de simples mensajes destinados a ser respondidos en idéntico lenguaje. Si pudiera entender lo que me dicen.
Creo que todo eso se lograría siendo hombre (ya sé que muchos hombres no son así, por eso yo quiero ser como el que amo).Además, por supuesto, tendría el beneficio agregado de no sufrir más la envidia del pene. Me gustaría poder utilizar mi miembro masculino como lo hacen los hombres (pude decirlo de manera más sutil??) Pero no soy hombre y no tengo pene. Recuerdo claramente una oportunidad –en la época en que fantaseaba ligeramente con los beneficios sexuales de ser hombre- en que percibí con toda crudeza que nunca lo sería, que nunca sentiría lo que ellos sienten. Creí que era una gran injusticia. Por qué yo no puedo hacer eso?? No es suficiente con ser idiota, para que además me quiten esa posibilidad??
Admitida la frustración, tendría que intentar lograr la plenitud sexual y mental con lo dado, con lo que soy.
Pero con una mente escasa y dividida es difícil gozar, con o sin un pene. Parece claro que el placer pasa por el procesador y no por la receptora de datos. Si el soft es anticuado y lento, o se arruinó, o vino fallado de fábrica, no se soluciona nada con un hard óptimo –aclaremos que tampoco lo tengo, pero parece más fácil de adquirir-.
Sé que, como todo órgano del cuerpo, el cerebro se “agranda” con el ejercicio. Aparentemente se generarían más neuronas, o se mantendrían vivas, saludables y activas por más tiempo las existentes. O era que se creaba más sinapsis?? No sé, obviamente.
Soy obesa mental. El ejercicio me agota y prefiero una lipoaspiración previa. Creo que estando más liviana y con medio camino recorrido seré más capáz de hacer el esfuerzo (obvio, vuelvo al principio: el deseo se enciende cuando está próximo a satisfacerse … que alguien me lleve hasta la cercanía, que yo no puedo sola).No logro empezar a ejercitar mi cerebro para luego lograr el gozo. No logro tampoco decidir si realmente quiero recorrer ese camino.
Algo me impulsó desde chica a no destacarme demasiado, a no ser mejor que los que me rodeaban. Me daba una cierta vergüenza y compasión por los demás el solo pensar en ponerlos en evidencia de su error o incapacidad. Por eso mismo nunca comprobé si realmente yo podía ponerlos en tal evidencia, pero esa inhibición –hoy la recuerdo claramente- siempre existió.Será esa la punta del ovillo de mi “trauma”?.Por ahora me dejó con bastante que pensar, y me voy a detener para analizarlo, si es que logro hacerlo con coherencia, claro.A quién se le puede ocurrir, sin haberlo hecho antes, que perjudicará a otros si hace algo bien?? O quizá era a mí a quien perjudicaba, porque me alejaba de los demás.Nunca logré decir algo que creí cierto sin una suerte de tono de superioridad, fundado a su vez en una importante timidez, que me permitía hablar sólo cuando lo que decía lo creía obvio hasta para un tonto (en general temía estar equivocada en las cosas que creía saber o entender y admitía las versiones o explicaciones contrarias de los demás). Eso –ese tono de superioridad- me debe haber hecho ganar fundados odios, y puede haber generado mis consecuentes recelos.
Ahora estoy tan abajo que ya no me animo casi a hablar ni actuar porque todo lo que digo y hago es errado. Me consta. Tengo que animarme y empezar porque los que me rodean, más bien la persona que me importa de los que me rodean, lloran por mi “perdida?” capacidad de precisión.Es todo cuestión de animarse a ser.??Si fuera así, si fuera sólo inhibición para no poner a los que me rodean en evidencia, significaría que algo soy. Aunque mis “temores” sean infundados, porque nadie –o muy pocos- quedarían por debajo, significa al menos que potencialmente puedo ser algo más de lo que hoy soy.
Pretender la perfección parecía algo exagerado o levemente ridículo. Por qué hacer la letra “toda prolijita”, pintar sin salirse nunca del dibujo y saber las tablas de memoria??.
Bastaba con dar la idea, y yo siempre la dí bastante bien.
Aún hoy..
Viejas Confusiones y Confesiones
Pero en el mundo en que crecí y me desarrollé, se sabía poco de pocas cosas, se pensaba -en general- poco.
Y yo divagaba. Hoy creo que esa es la más correcta manera de definir cómo utilizaba mi cerebro. Además mi sinapsis era escasa, lenta, creo que me faltan unos cuantos conectores, o tengo pocos casilleros y están todos llenos con conceptos inútiles. Sea cual sea la explicación, el resultado no era notorio donde vivía. La pc hogareña es una luz en el mundo de los .....( no me viene la palabra)....... y las máquinas de escribir.
Yo era la princesa tuerta (para reina no me daba) en un mundo de ciegos. Era el tronco (nunca llegué a ser la cabeza) del ratón, sin saber que existían leones. Además, como vivía en un lugar sin espejos donde mirarse, no me sabía tuerta ni habitando en un ratón.
Cuando conocí a un habitante de un león –vidente y bastante bien avanzado en la estructura leonina-, pensé que éramos iguales.
Pensé que estaba viendo mi propia imagen. Me creí su par, su alma gemela. Y comenzamos a proyectar una vida juntos.
Trágico.
Obviamente no llegamos a nada. ¿Cómo llegar conmigo de copiloto?. No soy capaz de recordar claramente el destino, y menos aun las pautas que acordamos para poder llegar.
¿Cómo era que tenía que hacer para arrancar? ¿Si muevo esto para acá, subimos o bajamos? ¿Quée?? Estamos bajando???
No entiendo cómo es que todavía estoy viva. Debería haber sido víctima de asesinato, con premeditación, y además (hoy) con consentimiento de mi parte. No, suicidio no, no soy capaz, no tengo lo que se requiere para tomar una medida tan sana para la humanidad como esa.
Pero no llegué a donde estoy hoy facilmente, no. Pasó mucho tiempo y muchas cosas y, con esa exasperante lentitud con que se conscientiza lo que no se quiere ver, advertí que nada era como yo creía.
Pero nada.
Ni un poco.
Ni parecido.
No sólo no poseía la esencia de lo que creía ser, no tenía siquiera la forma.
Ya no puedo engañar a nadie.
Hasta hace poco, en un paso en mi asumir mi propia entidad, decía que padecía del síndrome de la vaca loca, que mi cerebro, espongiforme, se iba deteriorando.
Pero ahora advierto que eso no era cierto. Siempre, siempre, fui simplemente oligofrénica. Poca.
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(mente en blanco)
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Eso significa tratar de concentrarme en mi persona.
Cuando pienso en mí me aburro. Y empiezo a fantasear realidades mejores. Soy capaz de llegar a niveles cercanos a la convicción acerca de qué tipo de persona soy.
Todo va bien mientras permanezco sola en mi casa, ya que sin un lugar donde probarme, toda realidad es potencialmente factible.
Estas cosas que escribo son producto de la frustración de mis fantasías de ser.
La confrontación con la realidad da por tierra con todo. La luz del día, donde no es posible divagar salvo escondido en un placard, me pone en ridículo.
Como Groucho Marx, quiero integrar un club donde la gente como yo no sea admitida.
Desprecio a los de mi especie. Desprecio a los subdesarrollados mentales, desprecio a los que no son capaces de pasar del pensamiento al acto, a los que creen que soñando (y sólo soñando) se llega a alguna parte. Desprecio a los que se contentan criticando y no actúan. Como yo, que en este momento me estoy criticando y esa crítica me liberará del pesar y hará que mañana vuelva a levantarme estúpida y feliz.
Bastan unas horas de soledad y reparador sueño para creer nuevamente que todo puede ser. Que no estoy dejando pasar las oportunidades de la vida de la peor de las maneras (la “medio”-cridad) sino que estoy caminando –lentamente, aún yo soy capaz de advertir eso- hacia algún lugar. (Obviamente no tengo ni idea hacia dónde.)
Digo esto porque creo que vivir esta corta vida sin adquirir plena consciencia de la propia existencia, sin saber realmente en carne propia (más allá de haberse dicho esto ya millones de veces) que cada quien es artífice exclusivo de su propia vida, y también el único responsable de sus éxitos o fracasos, y, sobre todo, sin actuar en consecuencia con ese saber, es ser un inaceptable “término-medio”. Francamente despreciable.
Es ser sólo una hormiga más del hormiguero, un elemento más del macrosistema, sin consciencia real del por qué y para qué de las cosas. Así soy yo.
Además, siendo profunda y desgarradoramente honesta, debo advertir que todo esto que escribo es, en el fondo, puro cuento para mí, porque no me moviliza.
Lo olvido pronto y sigo donde estaba.
Como los peces.
En lo único en que estoy de acuerdo con el horóscopo ......... es con el símbolo elegido para representar a mi persona: Un pez (de cortísima memoria, como se sabe) Peor aún, dos peces, cada uno mirando en dirección contraria al otro. Tomado eso como una unidad parece claro por qué yo no sé a dónde ir: Tengo tendencias encontradas y, para el caso de llegar a tomar alguna decisión, a poco de comenzar no recuerdo hacia dónde es que me dirigía.
Pero la corta memoria del pez me impide sufrir. Basta, para reconfortarme, con ir a dormir con el “firme” propósito de hacer algo bueno por mi vida, algo que valga la pena, y ya olvido las penas del día. Olvido que no soy capaz de hacer el esfuerzo.
No tengo neurosis que me movilicen. No tengo –emocionalmente asumidas- carencias por satisfacer.
Aunque la realidad es que mis falencias son tantas que no sé por dónde empezar (como cuando iba al colegio y después de la clase la maestra preguntaba ¿alguna duda?, y yo permanecía callada. ¿Cómo explicar que desde el buenos días en adelante todo había resultado una gran nebulosa de términos y conceptos para mí?). Sé que no me alcanzará la vida para lograrlo todo y pierdo el deseo. Mañana será otro día y quizá logre decidirme acerca de qué hacer y qué desechar. Mientras tanto, opto por la inmovilidad, un privilegio que debería otorgársele sólo a los inmortales.
Quizá mi hacer nada se funde en algo así como el “Dios proveerá” de la religión católica. Por algo es célebre la frase que dice que la religión es el opio de los pueblos. Yo antes no la entendía porque estaba del lado de adentro y no veía el punto de contacto entre la religión y el opio (salvo que las misas y los rosarios podían llegar a ser “un opio”) Ahora –sí, eso es algo que hice bien en mi vida, salir de ese claustro- entiendo claramente: Con el opio nadie analiza, nadie cuestiona ni pregunta “por qué”, o “cómo puede ser así”. El opio trae olvido y sensación de bienestar a quien lo fuma. (Esto significa un cambio algo radical de tema, pero a los peces contradictorios nos es perdonado todo.) Administrado a diario y en grandes dosis, consumido en familia y en grupos, produce finalmente efectos irremediables. El cerebro se adormece y –dado que su función primordial es actuar en busca del placer y evitar el displacer- se dirige siempre a lo que sabe reconfortante: La calidez de la religión consumida en grupo.
Personalmente creo que la religión católica –no conozco otras- es claramente opiácea. Adormece e idiotiza.
Se aceptan respuestas que vistas desde otro punto de vista dan vergüenza.
Empecé a alejarme de la religión cuando comencé a sentir vergüenza de mi condición de católica practicante –y, hasta entonces, convencida-.
Realizar ritos religiosos para comprarme un buen lugar en el más allá me pareció repentinamente una hipocresía inigualable. Era amar por conveniencia, para que me dieran una entrada al último show, para no quedarme del lado de afuera.
Entonces traté de amar realmente a ese dios que yo creía que existía. Empecé a buscar razones para amarlo y me dije...
Porque me creó: bien, podría haberlo hecho mejor, pero bué...... prefiero ser antes que no ser.
Porque hizo a mis seres queridos: Sí, también es una razón para agradecer y amar.
Porque creó a los demás seres humanos (pero también a los que sufren discapacidades, a los que nacieron enfermos y nunca gozaron la vida, a los que murieron antes de salir de su madre, a los que.......): Ahí se me complicó un poco la cosa, traté de esquivar el tema pensando que –como me dijeron- había razones que nosotros no podíamos comprender.
Porque creó a los demás seres vivos y a las cosas inanimadas: En ese esquema encontré algo de paz. Borré a los seres sufrientes, abortados, muertos de hambre o por enfermedades, a los injustamente asesinados, a ... Y pasé mucho tiempo convencida de que la naturaleza era perfecta y un ejemplo de grandeza y amor. (qué error!!) Pero después advertí que en la naturaleza están también los animales y las plantas venenosas, las bacterias y los víruses y los fenómenos climáticos, y que muchos de ellos eran capaces de causar injustas muertes y enormes sufrimientos.
Mi trabajada convicción acerca de la bondad del dios comenzó a tambalearse. Pensé que quizá un ser así no se merecía el amor de sus criaturas. Obviamente no me animé a seguir pensando, temiendo por el castigo divino. Volví al estado de cerebro vegetativo, volví al opio. Pero lo hice por temor, no por amor y así permanecí por largo tiempo.
Aunque finalmente (gracias a dios), después de un largo camino recorrido, llegué a la firme creencia de que no existe dios alguno. No existe un ser creador de todo lo existente, con poder absoluto sobre su creación y que ama a todas sus crías.
Me resultó imposible conjugar el amor con el poder absoluto: no entiendo poder evitar el sufrimiento a un inocente y no hacerlo, no entiendo poder sacar de la ignorancia a alguien que busca saber y dejarle la luz apagada, no entiendo miles de cosas y ya no acepto que me digan que hay razones que los seres humanos no podemos comprender.
Lo que sí entiendo es que esa es una buena manera de tener a la gente bajo control, inactiva, drogada con amapolas.
Pese a mi loable evolución, el daño ya estaba hecho: Yo era ya una persona armada con un soft equivocado. Blanda, tranquila, paciente, conciliadora, inmóvil, sin tenacidad, sin garra. Sin ese eye of the tiger que hace a algunos ganar la pelea.
El problema, creo, pasa porque pese a la convicción acerca de la inexistencia de algún dios que vele por mí y me dé lo que necesito para mi vida (como a los lirios del campo??), eso parece no haberse hecho sangre aún en mí.
Soy capaz de decirlo y escribirlo, ya no temo la furia divina, pero todavía no actúo por mí misma.
Lo que critico en mí lo veo en muchas de las personas que me rodean, sólo que en mí está potenciado y, por alguna mala jugada del destino soy un pez que quiere vivir en la tierra firme.
Cuanto menos, debiera poder llegar a ser pez de río de montaña, cristalino y rápido, y no de laguna con aguas estancas y lodosas.
En un charco (de ahí vengo yo) no pueden distinguirse demasiado las cosas, todo dá más o menos lo mismo. Tiene todo un sabor color y olor similares.
Pero es tan cálido... . Nadie te dice que lo que hacés está mal, o que acabás de cometer un error o decir una pavada (los pavos aprecian las cosas de pavos).
Quiero estar afuera pero no quiero salir hasta no haberme convertido.
Soy un sapo que quiso convertirse en princesa. Pero no sucedió y sigo en el lodo.
Es difícil tomar la decisión consciente de pasar por el canal de parto. Yo sé que ya pasé por allí una vez (así me dijeron), pero no recuerdo el hecho y sé que no tenía opción. Si permanecía en mi charco de agua tibia más tiempo iba a morir y por entonces no quería morir. Por eso salí esa vez, aunque encontré rápidamente un nuevo charco donde vivir y allí me instalé: El de la escasez de conectores mentales.
Debajo del agua los sonidos del exterior llegan matizados, no se escuchan reproches ni críticas ni risas burlonas. Tampoco se distinguen claramente las miradas, por lo que no se ven las que son de sorna, aunque tampoco sé si se dirigieron a mi persona miradas o palabras de amor.
Por las dudas, y ante el temor, preferí no escuchar ni ver demasiado. Preferí ser más bien autista. (paradójicamente, esa errada decisión me hizo parecer inteligente).
Pero tengo que tomar una decisión. Por el bien de algunos de los que me rodean, quizá deba abandonar esta vida, pero es sabido que nadie se mata por razonamiento y yo no vivencié aún estados depresivos del tipo suicida.
La única razón por la que me causaría algún placer personal matarme es ver a gente llorando por mí, pero ante eso tengo un doble problema: Primero, temo que pocos lloren realmente y segundo, ¡recuerdo que no voy a estar para verlo!.
Descartada la opción del suicidio, me queda pasar por este nuevo canal de parto (o permanecer en el lodazal, obviamente).
Salir del charco es bueno, quizá haría el esfuerzo si no supiera que una vez comenzado el vuelo (o la caminata) debo seguir eternamente. La sola idea me aterroriza. Y si me canso? Y si tengo hambre y no puedo cazar? Y si......?
Yo por ahora me quedo acá y sigo soñando.
Oremos. ... Amén
Siempre pensé que me gustaría que algo realmente trágico hubiera pasado en mi vida como para justificar este embrollo. Que la mía no sea una madeja enredada de puro torpe que soy sino porque tengo una causa.
A la existencia de una causa importante (algo bien grave) le veo múltiples beneficios: Uno, que ya dije, es que paso de ser pelotuda a “poobree”... y “la fuerza que tiene, mirá hasta dónde llegó” o alocuciones similares de simpatía o admiración. Otro es que supongo que descubierta la causa podré desenredar la madeja y finalmente, que si veo que me puedo llegar a desenredar me nacen las fantasías fundadas.
Si, porque yo fantaseo permanentemente de modo infundado, pero sé que es así, que nada indica que esas fantasías puedan hacerse realidad. Soy una soñadora realista. Una adicta al opio que sabe que con opio no llega a ningún lado. Por eso, soy también profundamente realista. Ahí la causa de considerar “bueno” tener un importante mambo solucionado: Operaría como un disparador, que cuando se libera me permite salir a gran velocidad, y LLEGAR A SER LO QUE SOÑÉ.
Pero aparentemente no hay nada así, no tengo traumas ni locuras. Son sólo fantasías.
Me aburro de mi misma.
Es más, ahora que lo pienso, me doy cuenta que ni siquiera tengo muy en claro qué soñé. Sí sé que me subí a sueños de perfección y que no se lograron.
También sé que gran parte de mi frustración y de lo que escribo ahora es porque la persona que amo me dice que nunca vamos a llegar, que yo debo ser lo que auténticamente soy y no lo que deseé ser en función suya. Yo veo que eso es cierto y acá estoy, tratando de descubrir qué es lo que verdaderamente soy y rogando al inexistente dios que me haga descubrir que soy genial.
Por favor, por favor, por favor, por faaaaaaaavooooooorrr
En algún momento me propuse como meta –obvia como punto de partida para cualquier proyecto- lograr mi auto consciencia total. Conocer mi verdadero yo, conocer mis deseos y movilizarme. Nunca pensé que algo tan simple como mirarse y verse pudiera resultar tan complicado. Tengo más de treinta años y todavía no lo logré. Cuando tenía veinty... no me preocupaba porque sentía que tenía la vida por delante. Ahora me siento una idiota perdida en confusiones de tipo adolescente que no sabe qué quiere.
Creo, para mi pobre consuelo, que mucha gente no para a pensar qué es y qué quiere ser o intentar en su vida y entonces pienso que yo al menos lo estoy intentando (intentando saber, no intentando ser, aclaro). Yo sé que no necesariamente se logra todo lo que uno se propone y me parecía bueno “morir intentándolo”, pero nunca pensé que lo que me iba a costar, lo que iba a intentar hasta la muerte era descubrir qué quiero.
De ahí mis frustraciones. Cómo proyectar algo e intentar lograrlo si no hay metas definidas? Leí en algún lugar que Séneca dijo que ningún viento es favorable para el que no sabe hacia dónde va. Una sabia frase que me desagrada profundamente. Odio que digan cosas inteligentes que no me favorecen (creo que voy a empezar a odiar a media humanidad) Prefiero que sea sabio decir frases como “sólo sé que no sé nada”, porque eso yo también lo sé y me gusta pensar que me hace sabia. Claro, lo que olvido –a propósito- es que ese conocimiento de la nada está destinado a ser el humilde punto de partida y no el grandioso final.
Olvido de alguna manera “a propósito” porque tengo memoria selectiva. También mi apreciación de la realidad cotidiana es selectiva: Habitualmente logro no percibir lo que me desagrada, y si lo percibí lo borro rápidamente de mi memoria.
Oligofrénico pez de charco lodoso.
Es un principio al menos.
Pensándolo bien, la vida comenzó en el agua, con seres más que básicos. Es cierto que le llevó unos cuantos millones de años llegar hasta donde está, y yo no tengo tanto tiempo por delante, pero igualmente puede ser un buen lugar desde donde empezar. La realidad siempre lo es.
¿Será esa la realidad?.
Dudo, luego, existo. Ese sí debe ser un principio.
Dudar dudo, vueltas doy, así que ser soy.
Increíble. Todo un logro, la ameba piensa ¡!!!!!
Transitemos el camino hacia la perfección.
Qué frase. Qué propuesta recibí. Y yo, que todavía no descubrí dónde está realmente la perfección, soy capaz de perderme ese viaje.
No hay otro viaje; la vida es una sola; me topo con el amor de mi vida –algo difícil de que suceda, ya de por sí-; me propone lograr mis máximos deseos; Y NO SOY CAPAZ DE DEFINIRLOS....!!!!!!!!!
No es que no tenga deseos, o que no los exteriorice. Es que son mutantes, y algunos, los más atractivos, vienen “con cola”. Ejecutarlos trae aparejadas consecuencias, y actuar asumiendo las futuras consecuencias es propio de los que saben con certeza a dónde quieren ir. De los que desean realmente
Al navegante de Séneca no le importa si se le rompe la banqueta de proa, o si el timón pierde el barniz, ni aún si las velas y el mástil –indispensables para una óptima navegación- están emparchados porque se rompieron en la última tormenta. Le importa navegar hacia su destino, eso es lo que lo impulsa.
Yo lo sé porque ví ese brillo que se parece a la locura en los ojos de mi amado. Yo no brillo así sino cuando alucino, cuando creo que soy otra persona y que puedo mantener un sueño por más de un día seguido.
Pero no es así, habitualmente al día siguiente de una gran conversación llena de proyectos, amanezco burguesa.
Es tan así que hasta me da miedo soñar.
Hoy soñamos un poco, después de mucho tiempo de respetar mi burguesa vida de laguna, y escribo para intentar curarme del maleficio. Si creyera en las brujas iría a ver una para que me dé la poción mágica de la estabilidad. La bebería en algunos de esos escasos momentos que parezco estar en foco conmigo misma, para ver si ese estado se mantiene y hago algo de mi vida, aunque más no sea definir cómo vivirla. Elaborar un proyecto sustentable (alguien dijo eso ya??)
El discreto encanto de la burguesía operó en mí un “encantamiento” paralizador. (O era un adormecimiento opiáceo??.)
La sociedad sudamericana de clase media/alta unida a la religión católica compusieron para mí –personalmente creo que para todo el mundo que lo padeció- un frente difícil de transponer.
Y yo no quiero pelear. Quiero que me abran una puerta y que me digan vos podés salir y no sólo eso, además serás bienvenida cada vez que desees volver a visitarnos –porque a vivir ya decidí que (si logro salir realmente) no quiero volver-.
Pero me atemoriza que no me dejen entrar cuando lo desee. Me encantaría que me digan que por favor los visite cada tanto, que agradecen mi presencia, que soy de las pocas personas de extramuros que ......
En definitiva, quiero estar bien con dios y con el diablo. Quiero vivir una vida ajena a las reglas de esta sociedad subdesarrollada y católica pero no quiero que me excomulguen por ello. Quiero irme sin que me echen.
Y quiero vivir del otro lado sin tener rastros de mi vida de adicta.
Antes dije que había salido de este lugar, pero después resulta obvio –por lo que seguí escribiendo- que aún no me fui realmente. Estoy en el limbo del Corán, arriba del muro que divide el paraíso de lo que no lo es.
No pertenezco ya a mi lugar de origen –allí me ven como algo raro- y no estoy siquiera cerca de pertenecer al paraíso.
La única diferencia en mi caso particular es que mi condena consiste en habérseme otorgado a mí la decisión. A mí que no sé hacia dónde caminar. A mí que deseo pero temo las consecuencias. En definitiva, no fui criada para ingresar al paraíso de los musulmanes. Allí no están mis familiares y –escasas- amistades de la infancia y adolescencia. Y no puedo tomar la decisión de irme al paraíso y dejarlos para siempre.
Creo que a veces confundo al paraíso con el infierno. Digo: Y si me equivoco? Y si salto del muro y después extraño?. Y si no era para mí? Y si hay un dios y está del otro lado?
Por favor, alguien decida por mí. Y si no tienen ganas de pensar, sólo tiren la monedita: cara, salto; cruz (como era de suponer, claro) vuelvo, después alguien me empuja hacia un lado o hacia el otro, según el resultado, porque no sé si me animaré a hacerlo, sea cual sea la opción.
Nooo, me arrepentí. Espereeen...Mejor antes compren la poción mágica de la estabilidad emocional, cuando se resuelva hacia dónde debo ir me hablan hasta que me convenza de lo bueno que será, cuando estoy en ese estado me dan la poción y después .....
Pero claro, eso ya hace todo de vuelta bastante complicado y torna razonable que deba decidir por mí misma.
Como dijo algún amigo de Mafalda: Yo que yo, si fuera yo, y estuviera en mi lugar, qué haría?.
Transitar el camino hacia la perfección.
Sí. Transitar el camino hacia la perfección
Transitar el camino hacia la perfección.?
Sí. Sí. Transitar el camino hacia la perfección.
Transitar el camino hacia la perfección
Transitar .......
HELP I need somebodys help……..