Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.

Living la vida sola

Por primera vez en mi vida estoy verdaderamente sola. Nadie me espera. Nadie da por sentado que yo apareceré. Nadie me llamará necesariamente dentro de unas horas…
Vivo sola
Trabajo sola
Pienso sola


Y no me siento solitaria!!

Hay una gran diferencia entre estar sola y estar solitaria.
Solitaria estuve toda mi vida.
Rodeada de gente y solitaria.
En pareja y solitaria
Con amigos y solitaria
Era un estado de mi alma, que se sentía sola.

Ahora que mi cuerpo está solo, mi alma sabe que no lo estoy, y esa soledad no pesa.
Sólo estoy sola, pero ya no más solitaria.


 Creo que llegué a un nivel distinto de alegría. Con menos necesidades.
No digo sin necesidad, siempre necesitamos del otro, siempre “necesitamos” ser queridos y querer.
Pero siento una especie de paz que no entiendo muy bien de dónde sale. Y a la vez siento que esta soledad –que por momentos pesa, y en otros también duele y hace necesitar con más fuerza- tiente un sabor especial, rico.
Me permite ver que no soy tan frágil como siempre pensé. Que quizá incluso no sea frágil en absoluto.
No soy tan dependiente. Casi podría decir que tampoco soy dependiente.

Será posible haber vivido tantos años en ese error sobre mí? convencida de mi debilidad sin serlo realmente…

Si no es así, si no estaba en un error antes ¿qué es esto que siento ahora? ¿qué es esta energía que me estimula, me alegra, que me hace vibrar?

Porque yo jugaba a ser trapecista con red. Decía que vivía sola, que estaba sola, pero no tenía dudas de que no lo estaba, sólo tenía horas de soledad para mí y llamaba a eso estar sola.
Ahora lo estoy.
Y me gusta. No digo que sea la soledad en sí lo que me gusta, sino lo que siento en mí, o más bien de mí, respecto de mí.
Me veo y sé que estoy bien. En una circunstancia que siempre pensé que significaría mi muerte.
Siempre pensé que sin espejo yo no existía
No tengo espejo ahora pero sigo acá, viéndome con total claridad
Siempre afirmé que sin el amor de otra persona yo no tenía nada.
Y acá estoy, sin amor y tengo mi amor a mí, que INCREÍBLEMENTE, existe.

Alejandra Pizarnik

Conocerla, sus cartas en un libro, fue definitivamente algo bueno que gané de algo que -a su vez y a su modo- también fue bueno.

Hoy me quedó prendida una frase (una de tantas de esta mujer tan especial):
"Quien siente mucho no encuentra palabras, y entonces no habla y esa es su condena"

Es que esa es mi condena.

Yo siento mucho, todo, demasiado quizá.
Soy agotadoramente sensible, agotadoramente emocional. Y no lo expreso porque me supera. Pero -ahí el problema- hace que no exprese tampoco otras cosas.
El enmudecimiento es incapacidad total de hablar, de todo, de lo que sea...

Tendría que sentir menos?
Pero, cómo se hace para sentir menos? para ser más como las demás personas? para que las cosas me chupen un huevo?
y sobre todo, ¿cómo hago para que me resulte atractivo vivir la vida si las cosas me chupan un huevo?

Simple. No lo hago.
Prefiero vivir condenada. O mejor aún, superar esa condena sin dejar de ser yo.
Encontraré mis palabras pese a mi condena. Sentir mucho y lograr expresarme.

Y me vincularé con quienes no desaprueben mi modo y mi deseo de vivir a fondo.
O viviré sola.