Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.
Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.
Alejandra Pizarnik
Hoy me quedó prendida una frase (una de tantas de esta mujer tan especial):
"Quien siente mucho no encuentra palabras, y entonces no habla y esa es su condena"
Es que esa es mi condena.
Yo siento mucho, todo, demasiado quizá.
Soy agotadoramente sensible, agotadoramente emocional. Y no lo expreso porque me supera. Pero -ahí el problema- hace que no exprese tampoco otras cosas.
El enmudecimiento es incapacidad total de hablar, de todo, de lo que sea...
Tendría que sentir menos?
Pero, cómo se hace para sentir menos? para ser más como las demás personas? para que las cosas me chupen un huevo?
y sobre todo, ¿cómo hago para que me resulte atractivo vivir la vida si las cosas me chupan un huevo?
Simple. No lo hago.
Prefiero vivir condenada. O mejor aún, superar esa condena sin dejar de ser yo.
Encontraré mis palabras pese a mi condena. Sentir mucho y lograr expresarme.
Y me vincularé con quienes no desaprueben mi modo y mi deseo de vivir a fondo.
O viviré sola.
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