Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.
Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.
Wendy
La veía sonreír a todos y a nadie, segura, independiente, y quería ser como ella
Sabía que era extranjera, austríaca, el país de los príncipes azules justamente! y sólo por eso la admiraba un poco más aún
Personificaba todo lo que su madre no era, la libertad, la falta de ataduras, la ausencia de responsabilidades, la posibilidad de elegir... y también la juventud y la belleza y el amor, todo lo que una niña que quiere ser princesa sueña con ser
Pero Wendy era su muñeca barbie.
Y al poco tiempo terminó abandonada en medio de duchas de plástico y un living lleno de sillones inflables con florcitas, mirando cómo Ken, bastante menos estético pero también flexible, pedaleaba inmóvil (son de esas cosas que logran los muñecos) en algún otro rincón del cuarto.
Y la chiquita?
Salió al jardín a buscar osos polares en los árboles, navegar el mundo en globos de colores, diseñar príncipes violetas a medida, y cada tanto recordar a Wendy la verdadera y soñar ser como ella.