Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.

Yo, dos blacers azules y tres paradojas

Hoy salí de dar mi clase en la facu y a medida que me iba acercando al hall de entrada iba sintiendo un sonido de bombos y gritos cada vez más atronador
Veía gente excitada, otros con ese paso que sólo da el haber estado bailando al son de tambores, y muchos papeles en el piso.
Sabía de qué se trataba: día de elecciones en UBA Derecho
Seguí mi camino, esquivando cuerpos a mi paso y pensando en la paradoja de haber dado una clase de “Derechos Políticos” justo en esa fecha.
Todavía con eso en la cabeza quedé semi-atrapada entre una masa que saltaba y otra que quería avanzar. Pedí permiso sin inmutarme demasiado (después de todo algunos son o fueron mis alumnos
y, además, esto pasa periódicamente) y mientras saltaba con la masa murguera logré mudarme a la masa que avanzaba y finalmente quedé liberada sin lesiones que reportar.
Sonreía, recordando el pánico que tuve la primera vez que pisé ese hall, paradójicamente, un día como hoy.
Tenía 17 años y la convicción de estudiar derecho para salvar al mundo. Llegué con todas mis ilusiones a la facultad y me encontré con una enorme bandera colorada con una hoz y un martillo cruzados en el centro. Mi única imagen es yo paralizada en ese mismo hall, frente a la bandera, terriblemente consciente de mi uniforme de colegio: pollera escocesa, camisa blanca, medias azules tres cuartos, zapatos marrones y un blacer azul. No sé cómo llegué ahí ni cómo me fui. Sólo sé que me fui y por muchos años no pude regresar. Tuve el mismo pánico a una invasión rusa que sentía cuando de chica veía pasar los enormes barcos negros y colorados por el Paraná y pensaba que eran los rusos que nos atacaban.
Hoy, paradójicamente, también tenía puesto un blacer azul.

No, el uniforme de colegiala ya no lo tengo.

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