Me imaginaba famosa, viajando por el mundo. O superhéroe, daba igual. No, cantante o actriz no se me ocurrió. Princesa sí, claro, soy mujer después de todo. Me fantaseaba excéntrica, algo loca, especial, y era tímida y silenciosa como una roca. Así se me ocurrió este blog para, bueno, para todo, onda terapia. Me divierto, me reequilibro, y sigo. Ah, me olvidaba! Este es un blog autoreferente.

Banderas de Oración

Mi barco tiene cortinas de tul de colores que cuelgan fuera de la borda.
Las veo moverse al viento como las banderas de oración del Tíbet. Aunque ya debo unirlas para formar una barrera contra los mosquitos. Me gusta el efecto de nicho multicolor que se genera cuando las cierro, pegándolas entre sí y a la borda. 
Por eso las concebí así. Adoro verlas volar y verlas cuidarme.
Y no, no parece una tienda de gitanos.

Quizá también deba prender esas velas antimosquitos que compré, siempre hay más mosquitos en esta época. 
Además son muy románticas y no necesito excusas para prenderlas. Las fijo en sus lugares, lejos de
las cortinas, y las prendo, atenta a que queden bien firmes.
Nos sentamos afuera, a presenciar el espectáculo del final de otro día. Mi perra ya se acostumbró al movimiento constante del agua y también mira, relajada.

Huelo el río, y sus plantas, y las mías. Ya tengo algunas flores y corté unas para armar floreros.
Adentro -sí temprano, ahora me muevo con el sol- se cocinan verduras de la huerta que instalé arriba, junto con un pescado comprado a un lugareño. Creo que me voy a armar un horno de barro. Será peligroso en un barco?  Tendré cuidado.

Nunca me decido a poner música, alucinada como quedo por los sonidos del río. La pongo de a ratos, bajito, para que armonice.

Entro a buscar una manta de hilo para taparnos, porque pese a que es verano refrescó con la lluvia de la tarde.

La felicidad me hace bailar, lento, como flotando, con una sonrisa que me sale de las entrañas.
La plenitud tiene nombre, y es el mío.

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