Indudablemente crucé el umbral.
La vida en el canal de parto terminó.
Respiro por primera vez.
Como todo infante, estoy recién reconociendo apenas este nuevo mundo. Tratando de entender las emociones que me provoca este espacio tan extraño, que a la vez, es irrefutablemente mío.
Mi cuerpo y mi cerebro están procesando el bombardeo de sensaciones psicofísicas que recibo. Mis ojos, abiertos, intentando ver y adivinar...
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